La religión griega fue politeísta y antropomórfica (las divinidades eran concebidas y representadas con forma humana).
Los dioses eran inmortales y eternamente jóvenes. Su residencia era en el Monte Olimpo, donde Zeus, el más poderoso de ellos, reinaba sobre todos.
La imaginación de los griegos atribuyó a los dioses las mismas costumbres de los hombres. Hubo entre ellos parentescos y matrimonios, celos, rivalidades y uniones. Intervinieron a veces en las querellas de los hombres, como se ve en la Ilíada, donde unos dioses protegen a Troya y otros a los griegos. Gradualmente hubo doce dioses que quedaron destacados entre los demás. El relato de la vida de los dioses (mito) forma la mitología griega.
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